La incineración, una tendencia al alta que incentiva la construcción de columbarios, y que genera la necesidad de crear una ley estatal que regule el esparcimiento de cenizas.
La defunción, por mucho que se quiera evitar, es un acto de la naturaleza que más tarde o más temprano va a llegar. Cuando la realidad llama a nuestra puerta, hay dos opciones para hacerle frente: la tradicional inhumación y la moderna incineración. Dos formas de despedir a nuestros seres queridos que, en los últimos años, la más tradicional ha experimentado un detrimento a favor de mantener las cenizas de nuestra persona especial cerca de nosotros.
De esta forma, en diversas ciudades del territorio español, la incineración ha ido ganando cada vez más mercado y, así, podemos ver como en la capital de Castilla-la Mancha ya son hasta 300 incineraciones las realizadas en un año frente a las inhumaciones, un 37% aproximadamente.
Extrapolando estos datos a nivel nacional, en noviembre de 2015, según datos a los que tuvo acceso La Vanguardia, en nuestro país se producían en torno a 400.000 defunciones al año, siendo la cremación la forma de despido eterno en el 35% de las ocasiones aproximadamente. En los próximos diez años, según apunta el citado periódico catalán, se espera que la cuota de mercado de la incineración llegue al 40 o incluso el 50%. De ahí la apuesta que cada vez más están haciendo tanto cementerios como diversos recintos en incentivar la construcción de columbarios.
Una tendencia al alta que, aparte de incentivar la construcción de columbarios, también ha llevado consigo la necesidad de crear una ley de rango estatal que regule el esparcimiento de las cenizas y evitar, así, esparcirlas en medio de la naturaleza como ya está presente en Alemania. El mar y los cementerios serían los lugares ideales para llevar a cabo el esparcimiento y reposo de los restos de aquellas personas que siempre ocuparon un lugar entre nosotros.
La verdad es que cada vez la gente opta más por la opción de incinerar. Parece que el futuro se enfoca en eso.