De sacar del olvido a viejos músicos de blues que fueron enterrados sin lápida ni un mísero recuerdo. De esto se encargan dos estadounidenses, musicólogos y rescatadores de mitos de la música.

Una lápida para rendir tributo

Julio Valdeón nos habla en la revista Efe Eme, publicación especializada en música rock y pop con más de diez años de vida, del filantrópico caso de Steven Salter y Aaron Pritchard en pro de los bluesmen olvidados.

Steven tenía una tienda de discos y junto a su compañero se dedican actualmente en su tiempo libre a rendir la memoria de los mitos de este género musical, olvidados de la memoria colectiva y enterrados anónimamente.

el blues de la lapida

W. C. Handy en 1918 con la Memphis Orchestra – Wikipedia

Para ello los dos amigos tienen una página web desde dónde reciben donaciones para financiar cada lápida.

A trescientos euros cada una, ya llevan veintidós actos de homenaje con la consiguiente incrustación de la lápida funeraria sobre el tapete verde tan característico de los cementerios norteamericanos.

Empezaron rindiendo tributo al fenomenal pianista y cantante, nacido en Chicago, Otis Spann. Su sepultura se encontraba rodeada de hierbas solamente.

Le siguieron otros grandes como Eddie King, Charley Jordan, Lee Shelton, Phillip Walker o Tommy Bankhead, alias Stagger. En el acto de King se acercaron varios familiares y amigos entre los que figuraba su viuda, también figura del blues que compartió carrera con grandes como Willie Dixon o Koko Taylor.

A menudo el acto se celebra únicamente con la compañía del director del cementerio. Steven y Aaron hacen sonar una canción del artista en un Iphone y colocan la lápida.

Pasado glorioso

El último de estos grandes tipos que brillaron musicalmente y que ahora puede descansar un poco más decentemente fue Aaron Pinetop Sparks.

Nacido en 1908 en San Luis (estado de Missouri) este fantástico pianista de boogie Woogie (un estilo del blues para piano que hizo furor hasta la década de los 40) falleció en 1935 con tan solo veintisiete años de edad. Se cree que la causa fue una intoxicación aunque según su hermano Marion Lindberg, la otra mitad del dúo que formaban, lo que le llevó a la tumba tan joven fue el agotamiento por las palizas musicales que se pegaba.

Bluesman

Bluesman – C. Van Vechten

En el acto de colocación de la lápida sonó el conocido Everyday I have the blues, versionado posteriormente por grandes del rock como Chuck Berry, John Mayer o B.B King.

En fin, estos bluesmen fueron grandes representantes de este género musical que iniciaron los afroamericanos del siglo XIX. El rock y el mismo Elvis le deben mucho al blues. Como bien dice Julio Valdeón ya era hora de que no se cayera la cara de vergüenza cuando viajamos a Mississipi y no encontramos nada más que hierbajos en la tumba de alguno de estos mitos de la cultura americana.

Bob Dylan compuso en 1965 el Blues de la lápida (Tombstone Blues), un blues rápido perteneciente a su disco Highway 61 Revisited, en el que decía cosas tan surrealistas como “el sol no es amarillo, es pollo” y ¡muerte a todos aquellos que gimotean y lloran». Hoy el blues de la lápida lo marcan estos dos amigos y su fabulosa labor.

Fuentes:

http://www.efeeme.com/un-gusano-en-la-gran-manzana-el-blues-de-las-tumbas-sin-nombre/

Killer Blues Headstone Project.

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