Un ‘hasta luego’ al cantaor Manuel Molina

Camarón, Paco de Lucía y ahora… fallece Manuel Molina. El cantaor y emprendedor del flamenco fusión ha muerto a sus 67 años por un cáncer terminal en su casa de Sevilla en San Juan de Aznalfarache. Él mismo se negó a exponerse a cualquier tipo de tratamiento. Quería una muerte natural, en su casa, al lado de su familia y que nadie le llorara, era mucho mejor cantar: “Que nadie vaya llorando el día que yo me muera, es más hermoso cantar, aunque se cante con pena”, decía el cantante.

manuel molina

Manuel Molina con su guitarra | Cetral Occhiena (Pinterest)

Y así quiso hacerlo su hija Ana Molina, artista del flamenco y con la que también formó un dúo, quien le preparaba un homenaje pero tuvo que ser cancelado por el empeoramiento de su padre. Manuel Molina era la media naranja de Dolores Montoya, tanto sentimental como artísticamente, componiendo el dúo Lole y Manuel a finales de los años 70. Un nuevo flamenco compuesto por otras tendencias, como así demostraban en su primer disco, Nuevo día, en el que se podía escuchar el flamenco mezclado con música ‘hippie’ y reminiscencias árabes.

Antes de todo eso, formó parte del grupo Smash pero después hubo otros discos como ‘Pasaje del agua’ (1976), ‘Lole y Manuel’ (1977), ‘Al alba con alegría’ (1980), acompañados por Imán, Califato Independiente, ‘Casta’ (1984), ‘Lole y Manuel cantan a Manuel de Falla’ (1992), ‘Alba Molina’ (1994), dedicado a su hija Alba, y ‘Una voz y una guitarra’, el directo grabado en 1995 en el Teatro Monumental de Madrid. Ya entonces Lole y Manuel empezaban a tomar caminos diferentes y realizaban conciertos por separado. No solo eso, sus canciones también aparecieron en la trilogía de Kill Big.

El pionero de este flamenco experimental tuvo un buen maestro, su padre, el guitarrista algecireño El Encajero. Aprendió de él a los 9 años, una vez mudados al barrio de Triana, en Sevilla, donde también escribía sus primeros poemas de paz poniéndoles su propia música; de hecho, esos poemas escritos a lo largo de su vida se guardan en un libro de 600 páginas. Desde entonces, no se ha apartado de los escenarios hasta su última actuación en 2014.

Otra leyenda del flamenco se va, fallece Manuel Molina, pero como siempre, su esencia y recuerdo quedará entre los mortales. De ahí que sea un ‘hasta luego’ y no un adiós.

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