En Japón se ha desatado la polémica porque algunos templos budistas ofrecen un servicio consistente en que las cenizas de los difuntos se pueden enviar por correo para que sean enterradas; son los entierros budistas por correo.

Envío y enterramiento

Desde el año 2011 el templo budista de Nyubutsuji, ubicado en la población japonesa de Iyo, ofrece el almacenaje de las cenizas de los difuntos durante un periodo de cincuenta años.

Por unos 55.000 yenes (al cambio unos 30 euros) los monjes budistas de este templo reciben las cenizas de la persona fallecida por correo y posteriormente las almacenan un lustro.

En otros lugares del país nipón dónde existen estos templos también se ha iniciado este procedimiento reciente de entierros budistas por correo para luego enterrarlas en unas tumbas comunes.

templo budista en japón

Así en el norte de Tokio, el templo budista de Kenshoin, en la localidad de Kumagaya, ha puesto en práctica este peculiar uso del correo. Su responsable, Eiju Hashimoto, explica que la reducción en el número de nacimientos en Japón está mermando las filas de feligreses que acuden habitualmente a estos lugares de cultos. Por eso justifica estos nuevos procedimientos de enterramiento asegurando que el hecho de recibir las cenizas por correo les acerca al mundo exterior.

La polémica está servida

El problema viene tras la prohibición decretada por las autoridades locales de estos procedimientos funerarios y las críticas que estos templos han recibido.

En Iyo, los mandatarios de la ciudad  acusan a los monjes budistas de fomentar el mercantilismo al ofrecer este servicio y sacar provecho económico. Además dichas autoridades no creen que los ciudadanos japoneses que no sean feligreses de los templos tengan un lugar en estos espacios de culto.

La polémica ha llegado hasta los tribunales de justicia. Los máximos responsables de los templos dónde se practica estos rituales han recurrido la prohibición de cobrar por dicho servicio.

El envío de las cenizas por correo se publicita en la red de redes con el aliciente de ser barato y sencillo.

Según los monjes de Nyubutsuji, la mayor parte de las 500 personas que solicitaron este servicio son mujeres divorciadas, las cuales no quieren implicarse en la posesión de las cenizas de sus ex maridos y el hecho de confiarlas a un templo budista les hace sentir bien.

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